Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 17 de marzo de 2011

Un día tonto.

   Creo que estoy acusando cansancio: tengo pereza para cumplir con las tareas que me autoatribuyo; siento hastío por lo que me rodea; no me reconozco en la imagen que los espejos me devuelven; me exaspera analizarme en las fotos de un tiempo a esta parte; y en este momento necesito un largo abrazo, pero todos mis hombres están a lo suyo y yo no me atrevo a mendigar un poco de mimo.
   Mañana comemos los compañeros para celebrar las fiestas de nuestro patrón. Una comida en el centro, sin grandes lujos. Todos los años lo vivo con ilusión, pero en esta ocasión no me apetece preparar mi atuendo para el evento, ni leer mis versos a los que celebran sus veinticinco años trabajando, ni salir de la rutina doméstica, ni hacer un esfuerzo por parecer agradable y ser feliz. Porque hoy tengo un día tonto. Asumo mis cincuenta tacos, y aguanto estoicamente el lumbago que desde ayer me desfigura el gesto, y así como otros días soy benévola con mi estampa, hoy -como diría un amigo mío- "me cago en mi puta calavera". Hasta tacos me estoy dando licencia para soltar.
  Todavía no me han pasado las fotos de la exhibición del martes, que me animarían algo. Esta tarde he estado atendiendo una liguilla de fútbol a tres bandas (padres, profesores y alumnos), a la que ha seguido una merienda solidaria en el patio del colegio, destinada a recaudar fondos para nuestra ONG "Taller de Solidaridad", que ha resultado todo un éxito de asistencia y de euros. Y, ni por esas estoy contenta. No podría explicar qué siento. Sueño, eso es: sueño. Pero mañana sonará el despertador a las 6:30 h. como todos los días, y esa circunstancia ineludible también me deprime a priori.

  
  Sería estupendo estar planeando un viaje a algún destino desconocido, pero el que tenía previsto este verano como voluntaria en Perú se está tambaleando antes de haberse confirmado, que no está el horno para bollos. Esa foto es de Praga, hará unos seis años. Tampoco era una etapa idílica, precisamente. Vivía por aquel entonces una situación de estrés sentimental que se cobró once kilos en lágrimas de mi cuerpo serrano. Pero pasó. Como pasa todo, lo bueno y lo peor, los trenes con vagones repletos de oportunidades, los días nublados y los días de sol, las pasiones, la piel estirada, los fracasos, la ilusión...Desfilan ante todos los amigos, y les decimos adiós. Los padres, los hermanos, los hijos, los colegas, la fortuna, una canción...y la entrada de este blog.

                                          ¡BYE!

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