Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 27 de junio de 2011

DIARIO DE UNA SEMANA EN EL GIMNASIO.



     Con la mejor de mis intenciones, le regalé a mi marido en nuestro aniversario de boda una semana de entrenamiento en el mejor gimnasio de la ciudad, con la esperanza de engancharlo en una vida sana, aprovechando que había dejado de fumar y los kilos se estaban apoderando de su anatomía con vistas a instalarse definitivamente en su perfil. 

     Este fin de semana, haciendo limpieza, encontré oculto, bajo su portátil, un escrito que leí, sin querer, pensando que podría ser algún papel importante...y lo que me descubrí me sobrecogió. ¡Pobrecillo, qué mal debe haberlo pasado! He de tener más consideración, para la próxima, y seleccionar su regalo con mayor premeditación. Se me ocurren varias opciones: un equipo de buceo con su cursillo correspondiente, en aguas caribeñas, una tabla de skate board para descender por el Himalaya, o tal vez la posibilidad de asistir a un safari en la sabana africana para cazar elefantes. Algo sugerente y relacionado con la actividad física, que alarga la vida y mejora su calidad. 

     Y he aquí las impresiones de mi contrario tras la experiencia de las sesiones de mantenimiento que le regalé con todo mi cariño.


 Diario de un gimnasio.
 
     Mi mujer me regaló para nuestro aniversario un vale para una semana con un personal trainer en el gimnasio al que va Jesús Vázquez. Mi personal trainer, Vanesa, resultó ser una instructora de aeróbic de 26 años, modelo de trajes de baño, que...¡ay, omá, qué rica!

Lunes
 

     Empecé mi día a las 6 de la mañana. Fue bastante difícil levantarse, pero todo cambió cuando llegué al gimnasio y vi a VANESA esperándome. Parecía una diosa griega: alta, rubia, ojos azules, pechos increíbles y una gran sonrisa, con unos labios carnosos espectaculares.
      VANESA me mostró los distintos aparatos y me tomó el pulso después de 5 minutos en la bicicleta fija. Se alarmó de que mi pulso estuviera tan acelerado, pero yo lo atribuí a su malla de lycra metida entre sus nalgas...
Disfruté viéndola dar su clase de aeróbic, después de terminar mi inspirador día de ejercicio.
      VANESA me estaba motivando cuando hacia yo mis flexiones, a pesar de que ya me dolía la barriga de tanto meterla para dentro cada vez que la chica pasaba junto a mí...

Martes
 

     Un café doble bien cargado y ¡al gimnasio! VANESA me puso a levantar una barra de metal y después se atrevió a ponerle ¡¡¡pesas!!! Mis piernas estaban un poco debilitadas por la cinta, pero logré completar ¡UN KILÓMETRO COMPLETOOO!! La aprobadora sonrisa de VANESA y su guiño cómplice hicieron que todo valiera la pena... ¡Me sentía fantástico!  Era una nueva vida para mí.

Miércoles
  

     La única forma de lavarme los dientes ha sido poniendo el cepillo sobre el lavabo y moviendo la cabeza a ambos lados encima de él. Creo que tengo una hernia en los pectorales.
     Conducir no fue tan fácil; sólo al frenar y dar vueltas al volante me dolía hasta el pelo; estacioné encima de una moto... VANESA se impacientó un poco conmigo por considerar que mis aullidos de dolor al levantar las pesas molestaban a los demás socios del club.
      La verdad es que su voz resulta un poco aguda a esas horas de la mañana y cuando grita se vuelve nasal y muy molesta. Como no podía correr en la cinta porque me dolían los huevos, VANESA me puso a hacer steps, de forma que ahora me duele también el culo. Me dijo que me ayudaría a ponerme en forma y a disfrutar de la vida: otra de sus tantas gilipolleces y promesas.


Jueves
  

     VANESA me estaba esperando con sus dientes de vampiro y su sonrisita estilo the Joker. Llegué media hora tarde: fue el tiempo que tardé en ponerme las zapatillas.
      La muy zorra me puso a trabajar con las argollas pero, cuando se distrajo, salí corriendo a esconderme en el baño. Mandó a otro entrenador a buscarme y, como castigo, me puso a trabajar en la máquina de remar y... me hundí.


Viernes
 

    Odio a la hija de puta de VANESA más que a cualquier otro ser humano que haya odiado en la historia del mundo. Estúpida, anoréxica, anémica, zorra y desgraciada sin cerebro. Si hubiese una parte de mi cuerpo que pudiese mover sin un dolor desesperante, le rompería todos los huesos, la madre que la parió.
      Va y me dice que trabajara mis tríceps, ¡SI YO NO TENGO TRICEPS...!!!  Y si no quiere que joda el suelo, que no me pase las putas barras o cualquier otra cosa que pese más que un folio...
      Me desmayé en la bicicleta y me desperté en la camilla de la nutricionista, una flaca hija de puta que me dio una cátedra de alimentación sana, ¡claro! La muy subnormal no tiene ni puta idea de lo que es morirse realmente de hambre.
      ¿Por qué no me pudo tocar alguien más tranquilo, como un diseñador de moda o un estilista?


Sábado
 

     La anormal de VANESA me dejó un mensaje en el contestador con su vocecita repelente preguntándome por qué no fui hoy. Solo con escucharla me dieron ganas de cargarme el móvil, pero no tenía la fuerza suficiente ni para levantarlo, incluso ni para levantar el mando de la tele, así que me pasé 11 horas seguidas viendo los documentales de la 2... jodidos pajaritos saltando de rama en rama.

Domingo
 

     Hoy he ido a la iglesia para agradecerle a Dios que esta semana haya terminado. También he rezado para que el año que viene, mi mujer me regale algo un poco más divertido, como una endodoncia, un cateterismo, o un análisis de próstata.
 

                  ¡Será ingrato, si yo lo hago por su bien...!
                                            HOMBRESSS...

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