Mane y yo nos casamos en la iglesia de Sta. Marta el 9 de junio de 1.984, hace ya 28 años. Muy jovencitos los dos: yo acababa de cumplir 24 unos días antes, y Mane 25 el mes anterior.
Hoy hemos pasado el día en Sta. Marta comiendo con unos amigos, y a todos se nos hace difícil asumir el transcurrir del tiempo. Mane y yo tenemos relación desde que yo rellenaba las copas del Belcor con algodón, para que no se arrugaran, porque aún no había materia prima, pero sí muchas ganas.
Fueron pasando los años, y entré en familia. Cuando se casó Leo, el mayor, un año antes que nosotros, ya trabajaba en el colegio, y asistí a la boda con una escayola en la pierna por fractura de tres metatarsianos. Aún así, como mi vestido era blanco, más de uno creyó, al verme salir de la iglesia de la mano de Mane, que yo era la novia...
Hoy dedico a mi marido unos versos, para que no me reproche que escribo para todos, excepto para él.
Decírtelo ahora
¿Te he dicho alguna vez que
preciso
tu palabra de consuelo,
tu mullido abrazo,
tu caricia de terciopelo,
tu paso junto al mío,
tus sabios consejos,
tu gesto de aprobación,
y en mi almohada, tu aliento,
mientras trenzas con pasión
tus dedos entre mis dedos…?
¿Que eres el agua que me
refresca,
el sol que me ilumina,
las horas que me llenan,
los besos que me miman,
el cofre de mis tesoros,
la luna de mis noches,
el espejo de mis ojos,
el hombro de mis llantos,
el príncipe de mis sueños,
las notas de mi canto…?
Quiero decírtelo ahora
que todavía tengo tiempo,
antes que las nubes negras
arrastren mis pensamientos,
ahora que aún aguanto firme
las embestidas del viento,
antes que estos sentimientos
amanezcan un día muertos.
9 de junio de 2.012,
vigésimo octavo aniversario de boda.
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