En España hemos puesto la calefacción, pero nos hemos dejado
todas las ventanas abiertas. Menudo despilfarro, qué falta de “calapatricio”,
que diría mi hermana.
Manostijeras nos ha recortado incluso los malos
pensamientos, de tal forma que no nos hemos dado cuenta del expolio que
estábamos sufriendo, hasta que hemos tenido las evidencias en nuestras propias
narices.
Yo creía que los billetes de 500 € eran una leyenda urbana, hasta que
he visto en televisión carros de supermercados llenos de paquetes con esos
billetes de ciencia ficción. Sacaba esta mafia los contenedores cargados con
nuestras divisas, periódicamente, en barcos que los transportaban de España a
China.
Qué chorro de dinero perdido, con las necesidades que soportamos
actualmente, las oenegés desbordadas por la penosa situación de las familias, con
los millones de trabajadores ansiosos de una oportunidad laboral o una ayuda
para sobrevivir, con las esperanzas rotas y las ilusiones pisoteadas de tantos
jóvenes bien cualificados, que deciden huir a otros países sin billete de
vuelta, buscando un futuro que se dedica al escapismo…
Y el empresario
multimillonario chino y mecenas Gao Ping, el muy pillín, codeándose con las
altas esferas, que hasta con el rey ha posado, y comprando obras de arte para
darse importancia, mientras manejaba los hilos de la mayor trama de blanqueo de
dinero desarticulada recientemente. Ni Don Limpio lo hace con más pulcritud. Si
al final va a resultar que son todos unos marujones de la limpieza… de
capitales.
Sinceramente, me resulta bastante sospechosa la
proliferación de negocios chinos por donde quiera que te muevas en la geografía
española, ubicados en las mejores zonas comerciales, y con locales atiborrados de género en cada
polígono industrial. Como quien no quiere la cosa, afianzándose de manera
agresiva y progresiva en el comercio de cada comunidad.
Ahora resulta que detrás de todo este emporio están las
mafias chinas explotando desgraciados
que trabajan de sol a sol, en bazares, en restaurantes, en la prostitución,
para amontonar los beneficios en paraísos fiscales que ningún responsable
desmantela, porque en mayor o menor medida todos pecan, y pican, por hechos o por omisión, que
a más de uno va a salirle tortícolis de mirar para otro lado.
Estamos rodeados de picaresca, aprendices aventajados del
Lazarillo de Tormes y sus coetáneos, y para muestra, otro botón: el conductor
que viajaba con un maniquí de copiloto, pillado cuando conducía por el carril
para vehículos de alta ocupación de la A-6. El maniquí iba caracterizado hasta
en el más mínimo detalle: peluca, gafas de sol, vestida a la moda y con el
cinturón de seguridad perfectamente abrochado. La broma va a salirle por 200
euros, deduzco que se lo pensará mejor para la próxima vez, por mucha prisa que
tenga.
El que va por libre, cuesta abajo y sin frenos, es el
responsable del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, que lo ha
convertido en un auténtico wertedero. Si empezamos a sufrir ataques como el de
los Salesianos de Mérida, apaga y vámonos.
Pero, ¡que viva la Pepa! Los Príncipes de Asturias asisten
en Notrê-Dame a la boda del heredero del Gran Duque de Luxemburgo, con gran
pompa, como es de esperar, como si con todos estos no fuera la desesperante
situación que padecemos los humanos comunes y sin pedigrí.
Yo creo que los cables se les están empezando a montar a los
más vulnerables, psicológicamente hablando, como ese albaceteño que acaba de
matar a una niña de 13 años, a un hombre de 40, y ha herido de un disparo en el
hombro a una tercera persona.
Malos tiempos para la lírica.
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