Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Adiós con el corazón


El 2.013 está apoltronado cómodamente, pero el 2.014 viene decidido a descabalgarlo de su sillón. Los muchos acontecimientos vividos, buenos, malos y peores, hay ya que recordarlos como corchos flotando a la deriva y embarcarnos en la balsa que nos conducirá a una playa virgen, en la que durante 365 días iremos escribiendo una nueva historia de nuestra existencia.


No se conforma este moribundo calendario a terminar en el contenedor de papel sin más, y algunas noticias estallan con tanto ruido que son capaces de hacer añicos el silencio de la paz, arrastrando vidas inocentes, como en el atentado suicida de la estación rusa de tren de Volgogrado


Vino a coger el cetro y a ocupar el histórico vacío del catolicismo el sonriente Papa Bergoglio, un soplo de aire fresco para la Iglesia, pero nos dejaron Madiba y el longevo pensador Sampedro, Sara dejó de esperar fumando, y Manolo cruzó la laguna Estigia buscando su carro. 








 Doce uvas serán el pistoletazo de salida para comenzar la apasionante carrera por las pistas del 2.014, eso sí, a la luz de unas antorchas, y dar una patada en el trasero al maldito año 2.013.

     
         ¡Adiós con el corazón, que si no acabas me muero! 





sábado, 21 de diciembre de 2013

El Gordo

 
Más de uno se sentará la mañana del domingo frente a la caja tonta, o con la oreja pegada a la radio, los décimos y participaciones de lotería extendidos en la mesa camilla, con la vaga esperanza de oír cantar alguna de esas provocadoras cifras por las inocentes voces de los niños de San Ildefonso, ignorando o queriendo ignorar la remota posibilidad de que eso ocurra. La necesidad es mucha, cada vez nos aprietan más las tuercas, y la economía doméstica ha adelgazado tanto que ha caído en la anorexia, y necesitará mucho tiempo, paciencia y atenciones para recuperar su figura de antaño. Un 86% de los apostantes no ganará nada de nada, a un 5% puede tocarle alguno de los premios, y un 9% se consolará con el reintegro. La posibilidad de acertar con el “Gordo” es todavía más improbable: 1 entre 100.000. 
 
 
Y como el que no se consuela es porque no quiere, cuando la retransmisión del sorteo acabe, y nos hayamos quedado con cara de gil y lo que sigue, siempre nos quedará la manida frase de “lo importante es la salud”. Nos resignaremos a pasar la Nochebuena como en años anteriores, en familia, ante un menú ajustado a nuestro exiguo presupuesto, con la ilusión puesta en la lotería del Niño, que ya se sabe que la esperanza es lo último que se pierde y soñar es gratis. Bueno, hasta que los mandamases se den cuenta y nos cobren una tarifa de sueños/hora. Cosas más raras se han visto.
 
 

jueves, 19 de diciembre de 2013

Misión imposible

        
Al margen de la fe, la Navidad es el proyecto de marketing social más falso que existe en el mundo, cubierto por una pátina de religiosidad que es un atentado a la razón lógica y a los instintos de los corazones no contaminados, puros.




En Navidad se vende “felicidad” como cortina de humo, cuando lo que se ponen en evidencia son las más sórdidas miserias, las más crueles diferencias de clases, las mayores situaciones de hipocresía, las ausencias más insoportables y las tristezas más amargas.


Allí donde deberían abundar la cordialidad y los afectos, salen a la superficie los cadáveres del desencuentro, las envidias, las desconfianzas, los celos, las rencillas familiares, cuyo nauseabundo olor tratan de disimularlo las viandas propias de estas fechas, y cuyas ojeras procuran obviarse con las luces brillantes que nos rodean por doquier, en las calles y en las casas. Pero los muertos están presentes, aunque nos hagamos los desentendidos.


La Navidad es también el telón de fondo del consumismo. Los compradores compulsivos hacen estos días su agosto, igual que los negociantes más avispados. Y los que no disponen ni de lo más necesario y pasan hambre, frío o sufren carencias afectivas, ven desfilar ante sus ojos lo más descarnado de las injusticias sociales.

Detesto la Navidad, reconozco que carezco del espíritu navideño que impera en la mayoría de los mortales. No soporto ser feliz por imperativo del calendario o comer y beber por la inercia de la costumbre o la tradición. Soy una rebelde incomprendida.


Voy a mencionar algunos datos sobre la fecha del 25 de diciembre para celebrar la Navidad. Fue el Papa Julio I quien la estableció, por ser un día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno para la iglesia de Oriente.
Con anterioridad, los romanos también llevaban a cabo sus celebraciones del 17 al 23 de Diciembre, en unos días festivos en los que el arte de la cocina tenía un protagonismo importante y el día 25 de diciembre era la fiesta pagana de la exaltación del Sol. Aunque se cree que Jesucristo nació hacia la primavera - y unos cinco años antes de lo que fija nuestra era contabilizadora-, los primeros cristianos eligieron la fecha para hacerla coincidir con esas fiestas paganas de Sol. La política de la Iglesia primitiva consistía en absorber y no en reprimir los ritos paganos existentes, que desde los primeros tiempos habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera.
La fiesta pagana más estrechamente asociada con la nueva Navidad era el Saturnal romano, el 19 de diciembre, en honor de Saturno, dios de la agricultura, que se celebraba durante siete días de bulliciosas diversiones y banquetes.



Como hay que sumarse a la corriente arrasadora de estas fiestas, me quedo con la contrapartida de los encuentros familiares, aunque en ellos tengamos que compartir mesa y sobrellevar a algún miembro menos afín, por no decir persona non grata; con las reuniones de amigos, entre tapitas, copitas, risitas y bailes desinhibidos, auténtica válvula de escape a tantas frustraciones y sacrificios diarios; con los súbitos arranques de solidaridad con los más desfavorecidos, aunque sean para acallar la conciencia una vez al año; con el sueño de ser feliz, espejismo producido por las luces de colores, los alegres villancicos y las sonrisas de anuncio, que a veces no son más que una mueca.


Si Navidad es ser alegre, amable, solidario o mejor persona, debería celebrarse 365 días al año, y he de asegurar que conozco personas que permanentemente llevan esas cualidades por bandera. Pero, claro, sostener una hipocresía de tal magnitud en un tiempo dilatado para la inmensa mayoría no es más que una utopía, una misión imposible.


                             ¡¡¡Jojojó…!!!


martes, 17 de diciembre de 2013

Héroe o villano


La polémica sobre la autodeterminación de Cataluña está en ebullición y el señor Mas no ceja en su empeño de desempolvar las urnas. 


Se ha empecinado en pasar a la historia como un héroe, pero corre el riesgo de ser recordado como un villano. 


Si uno de mis hijos quisiera "independizarse" en "su" habitación de "mi" casa familiar, tendría que contar primero con la aprobación del resto de los habitantes de la casa, que hasta hoy ha sido un núcleo indiviso. Cataluña es, metafóricamente, esa habitación. 

  
Así que, señor Mas, amplíe su encuesta al resto de los españoles, que la casa es de todos, y a ver qué pasa. O puede probar a alquilarse un pisito. 


Si tan fehacientemente desea renunciar a ser español, le diré una cosa como extremeña y española orgullosa de serlo: usted se lo pierde, y ojalá se estrelle en el intento.


lunes, 9 de diciembre de 2013

Postureo


Cuando el Coro Infantil de las Josefinas canta sus villancicos en plena calle, con el calor de un público que contrarresta la gélida temperatura de la noche,  y brillan las primeras luces anunciando la Navidad, ya huele, por asociación de ideas, a turrón, a festejos, a reuniones familiares, a belenes, a vacaciones escolares, a regalos y a comilonas.



 El postureo es un término que no está registrado en el diccionario, es un neologismo que alude a las apariencias, una forma hipócrita de comportarse ante los demás;  esa actitud no es nada nueva, siempre ha estado ahí, y durante estas fiestas cobra protagonismo. 


De todos es sabido que los peces del villancico beben, y beben, y vuelven a beber, que los humanos en Navidad comen, y comen y vuelven a comer, aunque después se pongan a dieta porque los vaqueros no suben de los muslos. 



Pero los pobres de esta crisis ni comen saludablemente, ni beben como los peces, ni posan como los que posturean. Las pasan canutas ante la indiferencia de muchos ladrones de guante blanco y conciencia negra, que sonríen con total impunidad, mostrándonos su podrida felicidad, sus inmaculados dientes y su poderío ante los flashes.





Postureo



Cuando el Coro Infantil de las Josefinas canta sus villancicos en plena calle, con el calor de un público que contrarresta la gélida temperatura de la noche,  y brillan las primeras luces anunciando la Navidad, ya huele, por asociación de ideas, a turrón, a festejos, a reuniones familiares, a belenes, a vacaciones escolares, a regalos y a comilonas.


El postureo es un término que no está registrado en el diccionario, es un neologismo que alude a las apariencias, una forma hipócrita de comportarse ante los demás;  esa actitud no es nada nueva, siempre ha estado ahí, y durante estas fiestas cobra protagonismo.


De todos es sabido que los peces del villancico beben, y beben, y vuelven a beber, que los humanos en Navidad comen, y comen y vuelven a comer, aunque después se pongan a dieta porque los vaqueros no suben de los muslos.


Pero los pobres de esta crisis ni comen saludablemente, ni beben como los peces, ni posan como los que posturean. Las pasan canutas ante la indiferencia de muchos ladrones de guante blanco y conciencia negra, que sonríen con total impunidad, mostrándonos su podrida felicidad, sus inmaculados dientes y su poderío ante los flashes. 




Trece "pepastodascompis"


Todos guardamos recuerdos de nuestra etapa de colegio, pero rememorarlos con los que los protagonizaron con nosotros, cara a cara, después de casi cuatro décadas, como si no hubiera transcurrido el tiempo, es un privilegio al alcance de pocas almas.


Fuimos la última promoción del Bachillerato de 6 años, del 1.970 al 1.976. Celebramos las "bodas de plata" de la promoción en el 2.001, con una Eucaristía en la capilla de nuestro colegio y una posterior comida de hermandad que se alargó hasta la madrugada para las más festivas.



Desde entonces hemos propiciado nuevos encuentros, y los hemos disfrutado con alegría, unas veces podían unas, otras veces otras, y algunas nunca faltaron: nuestra querida M. Carmen nunca se desanimó convocando a las compañeras, y por su empeño y dedicación en facilitar a las que vivían lejos poder sumarse a las convivencias es por lo que, a día de hoy, todavía y quizás más que nunca, nos buscamos y nos apoyamos en todo.




Este verano Tere, nuestra boticaria, creó un grupo de whatsapp y se molestó en agregar a todas las compañeras de las que consiguió su número de móvil. Hemos aprovechado este recurso de las nuevas tecnologías para seguir en contacto. Esta nueva etapa de "laspepastodascompis" ha sumado al grupo a compañeras de las que no teníamos noticias desde que salimos del colegio, y la incorporación se nos ha hecho fácil y gratificante a todas. Estamos informadas, en tiempo real, de lo que nos ocupa y lo que nos preocupa, somos una piña para lo bueno y para lo malo, y todos los problemas se nos hacen más llevaderos y las alegrías compartidas más plenas.


Este puente de la Inmaculada se propuso una quedada, con ocasión de la visita de Elisa desde Alicante. En principio las que pudieran, porque muchas salían de Badajoz a otros destinos estos cuatro días. Una de ellas era Inma Cuesta, y para que pudiera reunirse con su amiga Elisa antes de su viaje, reservaron cena para tres la noche del viernes: Elisa, Inma y Tere.


Cuando ya estaban sentadas a la mesa, se presentó un cuarto comensal. A bote pronto, no asimilaron quien era, porque en principio no esperaban a nadie. Casi tuvo que convencerlas de su identidad: Valle, una compañera que vive en Málaga y que no ha vuelto a Badajoz desde que acabamos 6º de Bachillerato en 1.976, pero con la que hemos retomado la relación a través de nuestro grupo de whatsapp.



Nadie sospechó sus planes, pero ella llevaba días pensando ilusionada en la posibilidad de unirse al grupo. Se lamentó ante su hijo aquella misma mañana, y Enrique, que así se llama el santo varón, para darle gusto a su madre, se ofreció a traerla a tiempo para la cena. ¡Dicho y hecho!


No salían de su asombro, y durante toda la cena la emoción y las risas fueron invitadas de lujo en la mesa.


Acabaron haciendo una ruta turística por toda la ciudad, por todos los barrios, para que Valle pudiese apreciar el cambio a mejor que Badajoz ha sufrido desde que se fue de aquí.



El sábado a las 14:00 h. tenían reserva en "El fraile" para comer, un total de once compañeras. Otras dos, una de ellas yo misma, nos incorporamos para tomar café. 



 Las fumadoras posaban así de monas en la puerta del restaurante...



La calle Menacho se llenó de colegialas cincuentonas en su tarde de excursión...


Hicimos parada obligatoria en "La Cubana" para comprar sus míticos bollos de leche, uno para cada una, y algunas delicatessen más las que viven fuera, para degustar con los suyos en sus casas a la vuelta: Elisa en Alicante, Valle en Málaga y Chiqui en Madrid.



Nos hicimos foto junto a Porrina, en la Plaza de la Soledad, y tomamos café en un local del Casco Antiguo, en el que la camarera nos fotografió al grupo completo, trece en total: Mª José Martín, Rosalina Alonso, Tere Carrallo, Chiqui Delgado, Inmaculada Bernal, Elisa Arévalo, Valle Gómez, Pili Tocón, Merche Menaya, Concha Raposo, Marisa Robles, Chechu Campos y servidora, Maribel Núñez.



La Plaza de España era paso obligado. Está preciosa, con su árbol de Navidad y sus adornos brillantes y multicolores. Allí nos comimos los bollos de leche, sin complejos, como auténticas colegialas.



No nos importaba llamar la atención con nuestras risas, nuestras bromas y nuestras fotos.


Acabamos el periplo en la Plaza de San Francisco, mezclándonos entre el bullicio de los paseantes y los que curioseaban y compraban en el mercadillo navideño allí instalado estos días. Hasta cantamos un villancico subidas a uno de los bancos de la plaza.


Allí nos despedimos con abrazos y achuchones varios, a la espera de nuestra próxima cita, durante las inminentes fiestas navideñas. Hasta entonces, estaremos en contacto por el chat. ¡Bendito progreso!


 ¡Mosqueteras: una para todas y todas para una!