Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 20 de octubre de 2014

1980: el terror más caro del mundo


Con fecha de un siglo menos se publicita un conocido turrón cada Navidad. No he podido evitar el paralelismo entre ese slogan y el título de esta carta, señal del alto nivel de marketing  empleado tan dulce, sutil y persistentemente por la marca aludida. 



ETA tiñó de sangre el año 1980: de las 829 personas que asesinaron a lo largo de toda su historia, 92 de ellas fueron durante aquel fatídico período. Una media de 7 muertos al mes, que dejó una senda de tragedia y de dolor innecesario e incomprensible. Guardia Civil, Policía Nacional y Municipal, militares, empresarios, políticos, jueces, miembros de instituciones penitenciarias y personas relacionadas con el mundo de la comunicación, que afrontaron su precipitado juicio final en el País Vasco, Madrid, Barcelona, Navarra, o en el vecino país francés. Más de la mitad de sus atentados fueron perpetrados con coche-bomba, pero ETA también sembró el terror con crueles secuestros (recuérdese el de Ortega Lara, encerrado en un zulo más de un año y medio, o el de Miguel Ángel Blanco, que movilizó a toda la sociedad española y acabó con su vida de un tiro en la cabeza). 


                                              Foto: Carlos García Pozo

He leído en prensa la entrevista al siniestro personaje apodado “Carnicero de Mondragón”, ahora campando a sus anchas en la calle. Cumplida su condena de 29 años en la cárcel, con sus manos manchadas de la sangre de 17 víctimas, niega ser un psicópata, tampoco un asesino (dice que es un ejecutor…) y afirma contundentemente no estar arrepentido. ¿Para qué ha servido la lucha armada? Ni siquiera él es capaz de dar una respuesta coherente, sencillamente porque no la hay. 


       Alto precio el que hemos pagado todos.

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