Tenía pensado escribirle antes
esta carta, pero estoy muy ocupada con el trabajo, ya sabe usted, cada vez más
horas y menos sueldo. Y además las faenas domésticas, siempre de un lado para
otro, allí donde estén las mejores ofertas para llenar la nevera, y atendiendo
mi casa, que hace ya años renuncié a las ayudas externas por culpa de la
maldita crisis. Menos mal que, según sus últimas declaraciones, ya ha pasado y
éstas serán las primeras navidades de la recuperación.
Voy a mandar un whatsapp a mi hijo, el que
trabaja en Inglaterra, para que se venga inmediatamente, que estamos en la
vanguardia de la recuperación en Europa y él no se ha enterado todavía. Se fue
cuando la depresión hizo acto de presencia, tras varios intentos por abrirse
camino en el precario mercado laboral, después de unas cuantas experiencias
frustrantes. Y avisaré igualmente a mi hijo pequeño, que cursa estudios
universitarios en Sevilla, para darle la grata noticia, que ya casi es seguro
que no tenga que volver a casa sin terminar la carrera, porque la crisis ya es
historia. El mediano de mis hijos se alegrará como sus hermanos; él sí trabaja,
en cuanto cumpla unos cuantos trienios, si no le afecta un ERE, conseguirá por
fin ser mileurista, y es muy posible que antes de llegar a cuarentón pueda
incluso independizarse. Menuda alegría.
Y yo aquí, abrigada como un esquimal,
porque “murió” la caldera y no he podido habilitar un presupuesto para
sustituirla. Pero, bueno, de aquí a nada primavera otra vez, solo es cuestión
de unos meses. No sabe lo contenta que me he puesto. Voy a tirar la casa por
la ventana, un día es un día.
Bueno, D. Mariano: que pase usted
unas dulces y placenteras vacaciones, y que celebre la buena nueva con jamón,
marisco, turrones y vino del bueno, usted que puede. Que yo tengo un poco alto el
colesterol y además no quiero perder la figura.
Un saludo,
Maribel Núñez Arcos.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el martes 16 de diciembre de 2014.
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