Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

lunes, 1 de diciembre de 2014

Réquiem por la caligrafía



La caligrafía, y su hermana la ortografía, están heridas de muerte. Para una maestra de la antigua escuela es un delicado, triste y nostálgico momento. Será a partir del curso 2016/2017 cuando los escolares finlandeses sustituirán la caligrafía por la mecanografía, para desarrollar las habilidades de escritura sobre cualquier tipo de teclado. El lugar destacado de Finlandia en Educación sobre los demás países europeos, en el Informe Pisa, me lleva a dudar si tienen o no razón al llevar a sus colegiales a un cambio tan drástico de método de aprendizaje. 


Cierto es que estamos inmersos en la era digital, pero algunos neurocientíficos y psicopedagogos alertan de los riesgos de este cambio y defienden que escribir a mano activa más regiones del cerebro: facilita la ortografía, aporta fluidez de ideas al redactar, mejora la capacidad lectora y potencia la memoria. 




El cerebro está más activo al escribir que al teclear, se hace una representación mental de las letras que incide en otros aspectos importantes para los niños, como la comprensión lectora. 



Una buena caligrafía refleja orden, en la escritura y en otros aspectos de la vida. Arrinconar o condenar a cadena perpetua, por obsoletas, las notas escritas a mano, en las que puede leerse entre líneas incluso lo que no está escrito, me parece injusto, snob  y excesivo. 


No es comparable un “te quiero” dibujado en papel con la mano temblorosa de emoción, a un frío “TQ” leído en algún dispositivo digital. 




Ni feo que mate, ni bonito que espante, digo yo que habrá un término medio.





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