Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 31 de mayo de 2015

Momentos





Hoy he mirado a la muerte de frente, sin pestañear, sin evitar su gélida mirada. He visto cómo roba la vida sin piedad y esconde el botín tras varias filas de ladrillos, que van fabricando un muro y, con él, la imposibilidad de dar marcha atrás. Y en la oscuridad del lúgubre descanso eterno, solo imagino tinieblas, miedo, tal vez dolor, ansiedad, desesperación, ahogo, silencio. Todas las flores del mundo no podrían urdir el milagro de un renacimiento cuando hemos llegado al final del camino. Camino que nos engatusa con falsas esperanzas, para conducirnos en último término al precipicio, al pozo del infinito, a las arenas movedizas de la vida eterna, que a veces intuyo tan falsa como las promesas de una legión de charlatanes de pueblo. He fantaseado con las emociones de la persona que hoy quedaba presa tras los ladrillos que, parsimoniosamente, iba colocando el enterrador, con indiferente rutina, en un ceremonioso compás de  espera de respiración contenida, del adiós tajante, contundente, irreversible, sin prórroga, inmisericorde, temible, indeseado. Mis interrogantes crecen a lo largo de este sendero circular que recorro calendario a calendario, a modo de alfombras, y del que me han inculcado que tendré que dar cuenta en la noche de los tiempos. Me resisto a pensar que detrás del tabique de ladrillo en el que quedaré presa para siempre no hay nada más que eso: los restos de una vida cuyos huesos se desmoronan, hasta convertirse en polvo de olvido, a la vez que van cayendo los jirones de recuerdos en los que nos acompañaron en este valle de lágrimas. Demasiado egocentrismo, demasiada soberbia la que alberga mi escéptico corazón. Solo tengo este día, este momento es lo único a lo que puedo aferrarme, porque puede que el siguiente me sujete con las manos pringadas de aceite, y me deje hundir y ahogar en la laguna Estigia, y ya no haya más momentos.



Tarta de manzana





Este fin de semana estoy feliz, porque he sentado a mi alrededor en mi mesa a mis cuatro hombres, algo que no ocurría hace algún tiempo. Mi hijo mayor Enrique vive en Manchester, mi hijo pequeño Lu estudia en Sevilla, y en los últimos tiempos solo convivimos en casa mi hijo Alberto, que trabaja en Badajoz, mi marido y yo. Preparé esta sencilla tarta de manzana para estos días, para así poder dedicarme a las comidas principales, que Enrique siempre está preocupado por lo delgado que está y cuando viene a la vera de su madre pretende coger unos cuantos kilos en tiempo récord. Por ilustrarlo con un ejemplo, os cuento una anécdota: la noche que llegó, a las 2:30 de la madrugada, vio en la nevera filetes de pechuga aliñados, y se le antojó (a esas horas...) comerlos empanados. Me puse a preparárselos, y dio buena cuenta de una fuente generosa mientras nos contaba sus cosas.




Esta tarta de manzana es muy sencilla. Los ingradientes son los que pueden verse en la foto:



-4 manzanas
-1 vaso de azúcar
-2 de harina
-1 de leche
-4 huevos 



Triturar todo, menos una manzana, que es la que se pone en rodajas arriba.
Engrasar un molde y meter al horno durante 30 minutos a 190 grados (depende del horno…)




Una vez fuera del horno, se "pinta" la superficie de mermelada (yo le puse de ciruela, hecha por mí en casa).
A decir verdad, para no quedarme corta, volví a hacer madalenas, que empieza a ser un clásico en mi casa...




                          ¡Qué rico todo!






sábado, 30 de mayo de 2015

Fiesta COAATIEBA 2015


El pasado fin de semana se celebró la fiesta de San Juan Ortega, patrón de los Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Edificación de Badajoz.






El año pasado no llegó a celebrarse debido a la profunda crisis que afecta de forma especial al gremio de la construcción. Pocos estuvieron interesados en participar, y por primera vez en tres décadas no hubo fiesta.





Este año nos hemos reunido unas 70 personas, en un entorno maravilloso de la dehesa extremeña, en el castillo de Piedrabuena, cerca de Alburquerque, y perteneciente al término municipal de San Vicente de Alcántara.




El último tramo es un camino de tierra, y desde las ventanillas del autobús en el que nos desplazamos pudimos observar toros en su hábitat, que a su vez nos miraban con sorpresa.




La puesta de sol salió a recibirnos vestida de gala, salpicando de luces las piedras centenarias del precioso castillo, en el que viven sus dueños en una zona privada, sin acceso para los visitantes, mientras en las zonas comunes se suelen celebrar eventos como el nuestro.




El buffet fue al aire libre, con una temperatura fantástica, mientras charlábamos unos con otros, haciendo fotos y descubriendo rincones de este lugar fascinante.







La cena se sirvió en un patio central porticado, donde los comensales se repartieron en mesas redondas para disfrutar las viandas y la compañía. Algunos solo nos vemos de año en año en esta convivencia, y hay que ponerse al día del transcurrir de la vida entre una fiesta y otra.


Tras los postres, entrega de insignias a los que cumplen 25 años de profesión, y copitas, fotos y más conversaciones cruzadas en tono cordial.




Y, por supuesto, baile, mucho baile... De todo un poco: rock, flamenquito..., para todos los gustos.



Y, a altas horas de la madrugada, despedida y cierre, hasta el año que viene, en el mismo autobús en el que llegamos, para no tener preocupación por haber tomado unas copitas.




Ojalá no se pierda la tradición de esta fiesta en honor a San Juan Ortega, que nos ha hecho disfrutar de tantos buenos ratos a los que estamos vinculados a este gremio, directa o indirectamente, sobre todo en sitios tan maravillosos como el de este año, el magnífico castillo de Piedrabuena.


¡Ah, por cierto! La mayoría de las fotos de esta entrada son de Peris, querido amigo de tantos años, arquitecto técnico, que siempre se ocupa de los reportajes fotográficos de manera desinteresada. Un abrazo para ti.






lunes, 25 de mayo de 2015

Pastel de calabacín


La receta está en los archivos de QUÉ HAGO DE COMER HOY???, aunque he cambiado las zanahorias por calabaza. Está exquisito. 



Rehogar cebolla y calabaza hasta que estén pochaditas, y seguidamente dos calabacines medianos en rodajas con piel.




Cuando esté pochadito todo dejar enfriar un poco.


Batir cuatro huevos y aderezar con pimienta molida, una pizca de sal y perejil picado.




Agregar la mezcla de calabacin y calabaza, añadiéndole un poco de jamón de York y queso rallado (yo puse dos clases distintas de queso y daditos de pechuga de pavo, es interesante usar la imaginación y los recursos que tengas en la nevera...).




Remover los ingredientes y preparar una fuente de horno pringada de mantequilla, para verter en ella toda la mezcla.




Precalentar el horno a 200 grados, arriba y abajo, y dejar que cuajen los huevos. También he puesto queso rallado por encima, que se me olvidaba...
 



Ahora solo queda degustarlo y disfrutarlo, a ser posible en familia. Que te digan: "mamá, esto está de vicio..." es para mí el premio gordo, jejeje...







                           ¡AU REVOIR!