Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

jueves, 18 de junio de 2015

Menú de Antonio Milán

 
Han pasado varios meses desde que presenté en la Asociación de Vecinos Santa Marina al cocinero Antonio Milán Bejarano, que nos dio una interesante conferencia en la que cocinó, en vivo y en directo, un menú navideño, que una vez terminado pudimos degustar entre todos los asistentes.


Las recetas que presentó pueden servirse en la mesa en cualquier época del año, aunque en aquellas fechas navideñas constituyeron una interesante sugerencia.






Mi presentación del protagonista de aquel día estaba fundamentada principalmente en su amplio currículum profesional.




Que la cocina está de moda es indiscutible. Puede que tengan algo que ver los programas culinarios que han ido contagiándose unas cadenas televisivas a otras. Pero opino que no hay modernidad si se da la espalda a la tradición. Cocina y cultura van de la mano.
Ayer mismo se otorgaron los premios del diario HOY a los extremeños del año, y uno de ellos recayó en el cocinero José Pizarro, que se hizo un hueco con su talento culinario en Londres, ciudad a la emigró, en la que tiene abiertos dos restaurantes, y donde se ha convertido en un personaje famoso y querido, con su cocina mediterránea, en la que nuestros productos estrella tienen un lugar privilegiado.
Le oí decir una vez a un político francés que el mayor placer de los ricos de hoy estriba en comer como los pobres de antaño.
Sin lugar a dudas, la gran protagonista de la cocina es la materia prima. Y un buen cocinero, como Antonio, lejos de estropearla, le saca partido, tratando los ingredientes con emoción y con cariño.
Decía Joan Miró: “El cocinero no es una persona aislada, que vive y trabaja sólo para dar de comer a sus huéspedes. Un cocinero se convierte en artista cuando tiene cosas que decir a través de sus platos, como un pintor en un cuadro”.
Cada uno adapta las recetas aportándole su impronta. Cocinar es un ejercicio de creatividad, muy bueno como terapia para los estados de ánimo, siempre y cuando se le otorgue su espacio, su tiempo, y se ponga en ello el corazón.
Antonio nació en Badajoz y estudió el graduado escolar en el Colegio Piloto Guadiana. Siempre ha estado preocupado por aprender constantemente, para estar al día en su formación profesional.
Nuestro cocinero de hoy goza de una gran experiencia en su campo:
Ha asistido a cursos como el de prevención de riesgos laborales en hostelería, curso de tallado de frutas y verduras, curso de decoración de platos, curso de coctelería, y curso de cata de vinos.
Ha ejercido como decorador de eventos en Río, estuvo en la Escuela Internacional de Hostelería Apicius, ubicada en el Centro Histórico de Florencia (Italia), cocinero en el restaurante Bocaccio, gerente y jefe de cocina en Restauración Huerta Rosales, en Maccheroni y en Restauración y Hostelería Milán Martínez (Restaurante Bianco). Actualmente desarrolla su actividad profesional como cocinero de la cafetería de la Estación de Autobuses de nuestra ciudad.
Uno de los platos con los que Antonio nos va a deslumbrar hoy es un postre. Desde luego, una comida sin postre es como un traje sin corbata, y debería ser siempre espectacular, teniendo en cuenta que, cuando llega, los comensales ya no tienen hambre.
Seguro que esta noche Antonio nos va a maravillar con su arte.
Un fuerte aplauso para él.

                                                  Badajoz, 28 de noviembre de 2014.



El solomillo estaba exquisito. En el emplatado llevaba espaguettis fritos pinchados en la carne y un rosetón hecho de cáscara de tomate, además de arándanos y algunas hierbas.






También nos animó a servirlo en una copa, como detalle innovador, aportando imaginación a la cocina.


El tiramisú lo disfrutamos enormemente, no en vano es uno de sus postres estrella, conocido por buena parte de los pacenses. Hizo uno pequeño, más de exposición, y otro a lo grande para darnos a probar a todos los asistentes.






Puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que asistir a la conferencia-menú de Antonio fue un placer para todos los sentidos.


             Encantada de haberte conocido.
 

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