Se encendió la noche y brilló el rubor de la luna.
Despertaron los sueños desperezando sus alas.
La pasión danzó con duende por la cola de un cometa
al compás de nuestros besos susurrados.
En la cintura se mecieron las caricias,
trenzadas entre los dedos,
salpicando de mariposas la negrura del firmamento.
El amor selló el silencio con un suspiro.
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