Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 28 de agosto de 2016

Congelar el tiempo



Hoy la tristeza ha llamado a mi alma. Traía recuerdos de tiempo atrás, muy felices, que se perdieron en la negrura de los días, y que ahora se me antojan como una ilusión óptica, como un oasis en la inmensidad del desierto. Momentos tan felices que me explotaron en la cara cuando más descuidada estaba. Felicidad frágil, que se volatilizó antes de acabar de quitarle el papel de regalo. Porque fue un regalo de la vida mientras duró. 


Esta tarde, con la mirada perdida en un horizonte preñado de azules, en el que mar y cielo eran uno, sentía cómo me embargaba la tristeza. Una tristeza que se ha presentado sin preámbulos, que se ha instalado sin los permisos pertinentes. Y yo, apoyada en el muro de la nostalgia, he sido incapaz de acudir a la llamada de unas olas traviesas, que insistentemente me invitaban a su juego. Sin embargo, un nítido sabor a sal ha resbalado hasta mi boca, procedente de mi propio y particular mar de lágrimas. 


Pero todo fluye y no hay que dejarse atrapar por capítulos clausurados. Vendrán otras historias, otras ilusiones, nuevos proyectos, nuevas conexiones. No guardo rencor a las personas que infligieron dolor a mi alrededor, a los míos, a los que a mí me duelen. Quiero pensar que se borraron de la estampa familiar porque el futuro nos depara afectos mejores, más auténticos, más duraderos, más profundos, más fuertes.


Imagino que pudiera congelar el tiempo. Pararlo justo cuando la felicidad viene a pasar una temporada. Pero seguidamente aparto de mi mente esa descabellada idea. Es mejor que el viaje de la vida se realice sin escalas. Quien quiera subir, que suba al tren en marcha para acompañarnos, y quien quiera bajar, que se tire cuando lo decida.
El amor se traga sapos de insolencia, de impaciencia, de soberbia, de egoísmo. Porque el amor no lleva chip de obsolescencia programada. Si no es eterno, es otra cosa, pero no es amor.



miércoles, 24 de agosto de 2016

Música de sal



                            Música de sal

Vierte la noche su coro de ecos,
bramidos del mar a la media luna.
Una caracola sopla en mis oídos
silencios de arena besando las dunas.
Vestidas de azul, de flecos y nácar,
danzan las olas teñidas de espuma.
Acariciándome arrastra la brisa
música de sal, que mi sueño acuna.
Morfeo trae tu estrella a mi almohada,
sembrando de luz veredas oscuras.
En mi ensoñación, la barca del tiempo
navega tu amor hasta mi locura.






No existe insomnio que se resista al murmullo de las olas en medio de un oscuro silencio.






                             Sed moderadamente felices. 

sábado, 20 de agosto de 2016

La pelota en el tejado



De Rivera podría decirse que ha dado un pequeño paso para conseguir gobierno –no en funciones, sino que funcione- pero un gran paso para que la esperanza, ese pariente lejano, nos haga una visita. A ser posible, antes de vernos en la vergüenza –o en la desvergüenza, según se mire- de volver a desempolvar las urnas tocando la zambomba y con la boca llena de polvorones. Mientras unos juegan a capturar algún Pokémon y otros a escalar posiciones de poder, erre que erre sin desaliento, los menos privilegiados jugamos a ganarnos la vida como podemos o como nos dejan, con minúsculos presupuestos, con los que hemos aprendido a hacer magia potagia. Son ya muchos compatriotas los que se identifican con una de las famosas citas de Marx, Groucho para los amigos, aquella que reza: “Trabajando, he conseguido ascender desde la nada hasta la pobreza más extrema”. Rajoy es optimista con respecto a la buena marcha de las negociaciones con el líder de Ciudadanos, y afirma estar de acuerdo en los grandes objetivos: formar gobierno, que no se repitan las ya manidas elecciones y consolidar la recuperación económica. La pelota está en el tejado de nuestros políticos; esperemos que esta vez estén a la altura, consigan recuperarla o que se vayan al banquillo para siempre.