Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

domingo, 30 de octubre de 2016

La hucha





Tendemos a encarrilar nuestras conductas por los raíles de lo correcto, y salir de esa senda no está bien considerado. Mane y yo nos saltamos a menudo esos imperativos sociales, y disfrutamos como adolescentes de lo sencillo. Nuestros gustos y aficiones son poco o nada exquisitas o estrafalarias, así que ir al cine a ver una película de miedo o de intriga es para nosotros un plan perfecto para la noche del sábado.






Llegamos con tiempo sobrado al centro comercial, y dimos una vuelta por los alrededores cogidos de la mano. Dadas las fechas, es normal encontrar castañeros por la calle, aunque por la mañana nos hayamos dado un baño en la playa. Se me antojaron, y compramos un cartucho de castañas asadas calentitas.





Nos sentamos en un banco para dar buena cuenta de ellas mientras charlábamos. Mane se levantó para tirar las cáscaras en una papelera, y cuando volvió me hizo una foto de espaldas.

Con la sorna que le caracteriza, me dice:
-¿Tú eres consciente de que te quedan tres años y medio para llegar a los 60? ¿Tú piensas que una mujer de tu edad puede ir por ahí enseñando la "hucha"...?



 
Me dio la risa, no solo por la ocurrencia, sino porque aunque asomaba un poco de mi anatomía en la frontera entre el pantalón y la blusa, no era del territorio donde la espalda pierde su buen nombre. Este muchacho no tiene remedio.






Y por allí nos quedamos haciendo tiempo hasta la hora de la película mientras hacíamos manitas, que según los estereotipos tampoco nos corresponde por edad.





¿Los selfies tampoco...? Uf, nos van a nominar nuestros coetáneos... Guardadme el secreto.



    Feliz Día de Todos los Santos de este veratoño de 2016.

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