Trece años ha esquivado el “manda
huevos” sus responsabilidades en la tragedia del Yak 42, pero la sombra de las
62 víctimas y las lágrimas de sus familiares le han perseguido inmunes al
desaliento, hasta dar con él en su lujoso destierro por tierras anglosajonas; ni
sus rezos y misas diarias en Whestminster han podido evitarlo. Me pregunto si
ha conseguido durante este tiempo dormir plácidamente y ha mantenido la paz de
espíritu, mientras otros tosían con el polvo que él supo sacudirse.
Su
nombramiento como embajador debió parecerle un premio por su eficacia, se
instaló de acuerdo con su rango, y paseó por su lujosa mansión (en un exclusivo
barrio) y por todo Londres su palmito henchido de orgullo y satisfacción. Pero,
más vale tarde que nunca, la Justicia le ha echado el guante, -blanco, desde
luego-, y de momento se acabó su “dolce vita”. Si D. Fadrique ha sido
ahorrativo durante estos años podrá hacer frente a los gastos que se le impongan,
o de lo contrario disfrutará de unas vacaciones pagadas en el trullo, que le
permitirán leer las obras completas de su admirado William Shakespeare, incluso
en inglés.
Publicado en "Cartas al Director" del diario HOY el domingo 8 de enero de 2017.
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