Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

viernes, 6 de enero de 2017

D. Fadrique



Trece años ha esquivado el “manda huevos” sus responsabilidades en la tragedia del Yak 42, pero la sombra de las 62 víctimas y las lágrimas de sus familiares le han perseguido inmunes al desaliento, hasta dar con él en su lujoso destierro por tierras anglosajonas; ni sus rezos y misas diarias en Whestminster han podido evitarlo. Me pregunto si ha conseguido durante este tiempo dormir plácidamente y ha mantenido la paz de espíritu, mientras otros tosían con el polvo que él supo sacudirse. 




Su nombramiento como embajador debió parecerle un premio por su eficacia, se instaló de acuerdo con su rango, y paseó por su lujosa mansión (en un exclusivo barrio) y por todo Londres su palmito henchido de orgullo y satisfacción. Pero, más vale tarde que nunca, la Justicia le ha echado el guante, -blanco, desde luego-, y de momento se acabó su “dolce vita”. Si D. Fadrique ha sido ahorrativo durante estos años podrá hacer frente a los gastos que se le impongan, o de lo contrario disfrutará de unas vacaciones pagadas en el trullo, que le permitirán leer las obras completas de su admirado William Shakespeare, incluso en inglés.



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