¿Cómo poder describir una sensación
tan mágica?
Algo en el interior perturba el conocimiento y el normal desarrollo
de las funciones orgánicas: una partícula sospechosa, viajando al libre
albedrío, sin pasaporte ni visado, acomodándose para unas aburguesadas
vacaciones de nueve meses en un paradisíaco habitáculo, equipado con la más
alta tecnología. Está ahí, escalando posiciones, fortaleciéndose por momentos,
ganando protagonismo y tamaño.
A medida que transcurre el tiempo y la piel
parece que va a sucumbir al obligado estiramiento, todavía se antoja más
fantástico todo el proceso: un pie que empuja, un codo que asoma, brincos que
denotan un incordiante y persistente hipo… Se agolpan los interrogantes en el
saco de la ansiedad hasta el final del proceso, cuando una entra “en faena”.
Entonces todas las energías son pocas para ayudar al “milagro” a apearse en la
última estación. Y hay que desalojar el vagón. ¡Qué esfuerzo tan sobrenatural
supone ser agente activo del misterio de la vida! Para el que viene y para
quien le trae de la mano, o a empujones...
Es magia, milagro, bendición,
expectación, orgullo, incredulidad, ternura, satisfacción, descanso, emoción.
No hay nada parecido al privilegio de ser madre. NADA. Es inexplicable,
indescriptible, maravillosamente incomparable a ninguna otra cosa.
Vosotras,
las que sois madres, podéis confirmarlo conmigo.
Publicado en el diario HOY el martes 9 de julio de 2017.
ResponderEliminarObviamente, quise decir "Publicado en el diario HOY el martes 9 de mayo de 2017".
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