Este es mi espacio, mi pequeña parcela de libertad, mi válvula de escape, mi cofre de sentimientos, mi retiro, mi confesionario, el escondite de mis rebeliones, el escaparate de mi alma.

viernes, 25 de agosto de 2017

Despierta








Hoy voy a esperar despierta
la visita de mis sueños,
tendida sobre la noche
con los ojos bien abiertos.
Desnuda, sin maquillaje,
muy serena y en silencio.
Inventando tus caricias
enredándose en mi pelo.
Buceando en el perfume
que me regala tu aliento.
Comulgando piel con piel
mientras trenzamos los dedos.
Hoy te esperaré despierta, amor,
en la puerta de mis sueños.






miércoles, 23 de agosto de 2017

Hibernar



He hecho un alto en el camino, me he apeado de un caballo desbocado para esconderme en mi bosque de silencio y allí hibernar bajo una lluvia de estrellas.
Aplicar mi egoísmo como un bálsamo que cierre mis venas abiertas.
Vomitar los dolores enquistados, aunque vayan destrozando todo a su paso, desde las entrañas hasta la garganta.
Aprender el truco de magia que me haga invisible ante las adversidades, para que nunca me encuentren.
Mirarme al espejo con los mismos ojos de siempre, pero con una mirada nueva.
Tomar café frente a mis recuerdos, que a veces acompañan más que las personas.
Disfrutar las ausencias tanto o más que las presencias.
Hacer equilibrios sobre los raíles que conducen a una armonía perfecta.
Comprender las razones más insondables de mi corazón.
Contemplar extasiada los atardeceres que a nadie interesa que cuente.
Y pintarme los labios de rojo, como sangre enardecida de la pasión que mastiqué en un tiempo que ahora se me escurre entre los dedos.



viernes, 18 de agosto de 2017

El afilador



Siempre escuché decir a mi suegra que oír pasar al afilador no traía nada bueno, que suele ser el anuncio de un mal presagio. Y desde entonces esa musiquilla del chiflo, que forma parte de mis recuerdos más ancestrales, me produce un inevitable desasosiego. Lo he escuchado mientras desayunaba, al tiempo que las noticias de la mañana son hoy monotemáticas: el detestable atentado de Barcelona y su segundo capítulo en Cambrills. Este afilador va con un día de retraso, o puede que esté augurando otro desastre inmediato. Me pregunto si se puede vivir dignamente de este antiguo oficio. Los afiladores de mi niñez iban en bicicleta y en ella montaban la muela, la piedra que hacían dar vueltas pedaleando a piñón fijo, de espaldas al manillar, provocando un agudo chirrido y un espectáculo de chispas. Hoy en día, los afiladores pululan por las calles en una furgoneta, y anuncian su presencia con altavoces; pero la melodía, que se cuela inmisericorde en cada pliegue de mis reminiscencias infantiles, sigue siendo la misma. “Se afilan hachas, cuchillos, machetes, navajas y todo tipo de herramientas que tenga en mal estado”, vocea el afilador. Ojalá el mensaje pudiera trocarse por: “Se afilan conciencias, corazones, sensibilidades, sentimientos y toda clase de valores que tenga en mal estado”. Habría que solicitar cita previa para evitar aglomeraciones.